La Ciudad de la luz tiene tanto que contar... y es que París no es solo la Torre Eiffel o Notre Dame. Yo no me canso de visitar esta ciudad y creo que nunca lo haré porque París es de esas ciudades en las que descubres algo nuevo cada vez que vas. Es una ciudad tan grande que no es difícil encontrar rincones nuevos o que nos han pasado inadvertidos en otras ocasiones. En esta entrada me gustaría compartir una visita única al barrio más bohemio de París: el Montmartre o barrio de los pintores. No me extraña que este barrio sea aún más encantador, si cabe, por la noche, pero yo la verdad es que recomiendo visitarlo antes de que anochezca para evitar pasar malos ratos, ya que su fama le precede y no sin razón.
Moulin Rouge
La primera vez que pisé este barrio comencé mi aventura visitando la fachada del Moulin Rouge. La verdad es que me esperaba algo más grande, deacuerdo con su reputación, y me sorprendió toparme con un mini molino. Aún así me hice la foto de rigor como todo el mundo. Como es lógico, el Moulin Rouge es mucho más llamativo por la noche pero como he dicho antes mejor prevenirque curar y visitarlo de día. Encaminándonos hacia la joya de este barrio, la basílica del Sacre Coeur, recomiendo coger la calle Lepic, rue Lepic, donde nos espera el parisino y cinematográficoCafé des 2 moulins.Así por el nombre igual no dice mucho pero si entramos, nos recordará a esa mítica cafetería de la película de Amélie... y no es solo que nos recuerde al del la película, ¡es el de la película! De hecho, si la has visto seguramente cada rincón de este barrio te recuerde a alguna escena del film puesto que casi la totalidad de ella está ambientada y grabada en Montmartre. Otro de los escenarios de la peli es la frutería de Monsieur Colignon, que la podemos encontrar en la rue Trois Frères. Verdaderamente es una frutería y su propietario ha conservado el letrero que se puede ver en la película "Maison Colignon, fondée en 1956".
Place du Terre
crêpe nutella
Una vez visitada la cafetería, seguimos calle arriba y cuando ya vamos con la lengua fuera, cansados de tanto subir y subir, llegamos a una plaza donde podemos reponer fuerzas tomándonos el mejor crêpe que he probado en toda Francia, la Place du Tertre. No busques una cafetería o una pastelería típica francesa porque nada más lejos de eso. Según llegamos a la plaza, a la izquierda, hay un minúsculo establecimiento (no más grande que la puerta de entrada de un edificio) con un señor, o monsieur en este caso, que no da a basto haciendo crêpes para tanta gente. Hay un sinfin de variedades tanto dulces como salados y están muy bien de precio, mi recomendación: crêpe de nutella.
Ya con el estómago lleno después de la larga caminata lo que nos queda es perdernos por las callecitas estrechas y adoquinadas del Montmartre. Todas ellas desembocan en la basílica del Sacre Coeur así que, ¿por qué no recorrerlas todas? En estas calles se suceden numerosas tiendas de recuerdos, pintores y músicos callejeros, bares con terrazas... hay un poco de todo. Una vez que nos hayamos empapado bien de la esencia de este barrio a lo largo de sus callejuelas y hayamos comprendido por qué se le conoce popularmente como "el barrio de los pintores", es hora de llegar a la parte más alta de la colina del Montmartre: la basílica del Sacre Coeur (Sagrado Corazón).
basílica del Sacre Coeur
Esta basílica de estilo romano-bizantino es asombrosa tanto por fuera como por dentro y desde ella se obtienen unas vistas preciosas de la ciudad parisina. Su construcción se finalizó en el año 1914 pero no fue hasta cinco años más tarde cuando finalmente se estableció como lugar de culto. Lo que más llama la atención de este edificio religioso de mármol blanco es su torre más alta, de 83 metros, considerada como el punto más alto del Montmartre. La basílica se puede visitar por completo: se puede subir a la cúpula o domo para ver cómo París se extiende ante nosotros, visitar la cripta (aunque esta visita no es gratuita) y por supuesto toda la planta de la basílica, en la que nos llamará la atención en el techo el mosaico más grande que existe en toda Francia. Así como curiosidad, para los que se quieran llevar de recuerdo de París el típico llavero de la Torre Eiffel, aconsejo que lo compren a la entrada del Sacre Coeur ya que allí hay numerosos vendedores ambulantes que tras un breve regateo te venden 5 o incluso 6 llaveros por solo 1€.
Para dar por concluida nuestra visita al Montmartre hay que desandar lo andado, pero bueno es más fácil bajar que subir, ¿no? Se puede bajar andando o bien en funicular, yo la verdad para ahorrar dinero bajaría andando porque tampoco es tan cansado y a unas malas incluso podemos sentarnos a descansar un poco en el césped que hay a los pies de la basílica. Una vez abajo se abre una especie de plaza con un tiovivo muy bonito desde donde podemos contemplar, a lo alto, la majestuosa basílica que acabamos de visitar. Por los alrededores hay también numerosas tiendas de recuerdos y la parada del metro. También puedes visitar el Montmartre al revés, subiendo hasta el Sacre Coeur en funicular o andando (son 197 escalones o rampas) y recorrer el barrio hasta llegar al Moulin Rouge, pero a mí me gusta más dejar la basílica para el final. ¡Cuestión de gustos!
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